En esos libros infantiles que nos compraban leí que al pequeño Bach lo enviaban a la cama porque la música familiar le hacía llorar, pensando que sus lágrimas eran de rechazo. A mí, que tengo "un oído enfrente del otro" su música me produce el efecto de la magdalena de Proust (en mi caso un cierto olor a plástico de los juguetes nuevos...)
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